Día de las maestras y los maestros. Hoy hacemos barriletes

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En nuestro país septiembre es un mes de cambios. Termina el invierno, comienza la primavera, la naturaleza se pone en forma para mostrarnos su renovación. Los días se alargan y las noches se entibian. Gozamos de esa alegría ancestral que festeja la luz y la perpetuación de la vida. La confirmación de la certeza de que todo vuelve a empezar. Anticipamos días mejores.

En nuestras escuelas, el perfume de ese ambiente impregna el andar de estudiantes, maestros y profesores. Septiembre es un mes festivo para las comunidades escolares. El 11 de septiembre es el Día de las Maestras y los Maestros, poco después el Día de las y los Estudiantes. El vínculo entre unos y otros se revisa, se intuyen fallos, carencias y buenos resultados. Se fortalece el afecto y el mutuo respeto. Se rompe la formalidad de las figuras escolares. El docente distante de marzo se vuelve “mi maestro o maestra” en septiembre.

Tal vez algo de esto experimentó Walter Vera, estudiante de 6° grado en la Escuela Primaria N.° 36 de Florencio Varela, durante el curso lectivo de 1977. En su carta “Mi maestro” dirigida a Guillermo Di Bastiano le sincera de entrada su inquietud inicial:

“- ¡Tenemos una noticia! - dijo un compañero.

- ¿Qué noticia? - pregunté.

- ¡Vino un maestro para sexto grado! - yo quedé petrificado, porque había oído comentar que los maestros eran malos.”

Más adelante narra la presentación de Guillermo ante sus alumnos: “... espero que seamos amigos y nos entendamos en cada cosa que hagamos y cada día que pase. (…) A trabajar cuando corresponda y hablar cuando llegue el momento”. Fue bien recibido: “A todos mis compañeros les gustó y a mi me pareció muy bien su manera de hablarnos”.

Al joven escritor le resultó “magnífico” que Guillermo se quedara con los chicos para hacer barriletes, jugar a la pelota o charlar un poco: “se sacrificaba por nosotros quedándose en la escuela”.

Pero la relación entre Guillermo Di Bastiano y sus alumnos tuvo un corte abrupto. De golpe y sin aviso el maestro dejó de asistir a la escuela. Walter cuenta que las autoridades escolares informaron que había tenido un accidente y no sabían cuando volvería. Seguramente el eufemismo navegaba a medias entre el desconocimiento y la necesidad imperiosa de dar una explicación en un año donde miles comenzaron a ausentarse.

Lo cierto es que Guillermo Di Bastiano fue secuestrado el 13 de septiembre de 1977 y permanece detenido – desaparecido. En la primavera de su compromiso fue arrastrado por la noche más oscura que vivió nuestro país. Esa que se inicio el 24 de marzo de 1976 y que desde el principio fue impugnada por la terquedad cotidiana de quienes, como Walter Vera, se toparon con el terror: “… que bueno sería seguir sus consejos, escuchar sus palabras de aliento.”

“Aún tengo la esperanza de que se recupere y vuelva con nosotros (...) poder demostrarle el valor que tiene (…) por su sacrificio y su paciencia...”

De las muchas figuras que dan soporte a la celebración del Día del Docente, elegimos este año la de Guillermo Di Bastiano. El compromiso con sus estudiantes, con la tarea pedagógica y la formación en la solidaridad y el reconocimiento del otro alientan uno de los objetivos primordiales del proyecto educativo provincial: formar sujetos activos para recrear en paz, una comunidad plena, donde todos nos realizamos junto a nuestros compatriotas.

Memoria – Verdad – Justicia

¡Feliz día de las maestras y los maestros!

 

Comisión de la Verdad Histórica

Dirección General de Cultura y Educación