
Elevada sobre una tarima y siempre mirando a los ojos, Sandra Calamano está luchando de la forma en que mejor le sale: enseñando.
"Hay que darle vida a las cuerdas", asevera en su discurso. Corre el año 2017, y ante el intento de cerrar el programa Orquestas-Escuela, ella, y toda la comunidad educativa, participan de multitudinarias marchas para pelear por su continuidad. La frase que repite no es sólo para pedir que los instrumentos no se detengan, sino para que las gargantas no se cierren. Es reclamar que el silencio no gane la batalla.
Desde el fatídico 2 de agosto de 2018, toda la comunidad educativa supo que había que transformar ese dolor en bandera para seguir.
Los días siguientes a la tragedia, las marchas y las ollas populares ganaron las calles para hacer escuchar el reclamo por “escuelas seguras en todo el distrito”. Durante una de esas jornadas, que pasaron a denominarse “el morenazo”, Julia Collino y Paola Palacios, dos docentes de Artística, decidieron plasmar ese proceso en un mural, justo en el lugar donde había ocurrido la explosión.
Junto a las y los estudiantes de sexto año comenzaron a moldear en arcilla pequeños guardapolvos.
Se sumaron las familias, docentes, chicas y chicos de todas las escuelas de Moreno, en un trabajo cooperativo y colectivo.
Así se construyeron los tres mil delantales que pasaron a custodiar el patio donde juegan las y los estudiantes. En algunos hay frases, nombre de otras escuelas, pedidos de justicia y de escuelas dignas; o solo recordatorios de la amiga y el amigo que ya no están.
Debajo de las pequeñas prendas, el mural cierra con imágenes que muestran aquellas jornadas. Docentes enseñando en las plazas, las ollas masivas y las marchas, todo acompañado por aves y flores que se van multiplicando hasta llegar a la arcilla.
Para Julia Collino “el guardapolvo icónicamente representa la igualdad y el trabajo colectivo”, pero además subraya la importancia del “barro y la arcilla como elemento transformador”.
Sobre cómo el mural los ayuda a pasar el duelo y conmemorar la lucha, Julia advierte: “No recordamos los días de lucha, los atravesamos. Utilizamos el arte como herramienta de transformación. Siempre recordando que los culpables están todavía sueltos”.
Ese mural es uno de 80 que inundan las escuelas del distrito, recuerdan aquellos días de lucha, de dolor pero también de aprendizajes.
Para Paola Palacios el “arte es de por sí transformador” pero “mucho más cuando es un hecho colectivo”. La muralista sostiene el “orgullo” del trabajo realizado y que representa “la unión de todas las escuelas del distrito en pos de un objetivo común”, que es “la necesidad de atravesar el dolor a través de un hecho transformador”.
Hernán Pustilnik es docente de la escuela 49, pero antes que nada es amigo de Sandra y Rubén y lo fue por más de 20 años. La mañana es fría en el patio pero a él solo lo abriga su guardapolvo. Quizás lo protege, como los de arcilla en la pared cuidan los recuerdos de sus amigos. Se emociona y dice: “Para mí es una caricia al alma salir al patio y ver este mural”.
Hernán se acerca y lee la frase como el nombre de la obra una vez más: “Darle vida a las cuerdas”. La lee todas las mañanas.
El recreo está por sonar. Pronto las cuerdas vocales de los chicos llenarán de vida y juegos el patio. Como quería Sandra y como quería Rubén.