
Como cada 16 de septiembre, el patio de la Secundaria 21 “Antonio Mentruyt” de Lomas de Zamora está repleto. Desde el escenario hasta el mástil que anticipa la canchita de fútbol, estudiantes, ex estudiantes, padres, docentes, directivos y funcionarios, comparten mucho más que el tibio sol de septiembre en el horario del recreo, comparten Memoria.
Estuvieron junto a familiares de los ex estudiantes desaparecidos, sobrevivientes, y representantes de Derechos Humanos.
El objetivo de la jornada de “Memoria y Reparación" por el día de los Derechos del estudiante Secundario, no se agota en recordar a los 31 estudiantes desaparecidos que tiene esta institución, en lo que se conoció como “la división perdida”, sino también subsanar una deuda histórica: corregir los legajos del libro matriz en los cuales los compañeros y compañeras figuraban como “egresados por inasistencia”, para que en su lugar diga: “ausencia por desaparición forzada de persona”, con el objetivo de poner claridad sobre una de las páginas más nefastas de nuestro país.
El acto que cada año organiza el centro de estudiantes (el Mentruyt es una escuela icónica en este aspecto), contó esta vez con el trabajo de la Comisión por la Verdad Histórica y el archivo de la DGCyE, quienes trabajaron junto a la escuela para la reparación de los legajos.
Alicia Parodi y Silvia Bucci son las únicas sobrevivientes de la división perdida. Regresaron a ese patio del que se fueron en silencio un día, para no poder volver más.
Pero no solo se alejaron de ese patio, sino también de su adolescencia, que se interrumpió aquel 27 de mayo del ‘76 cuando fueron a buscar a todos los delegados de la escuela y ellas apenas pudieron escapar.
Un acto imprescindible a 46 años de la Noche de los Lápices
Hoy, la escuela está llena de pibes y pibas que sostienen carteles con las imágenes de sus amigos ausentes (aunque nunca ausentes del todo). De fondo se escucha una canción de Jorge Drexler que reza: “El día le irá pudiendo poco a poco al frío, creo que he visto una luz, del otro lado del río”, nada puede musicalizar mejor la escena. Sobrevivientes y familiares ocupan los primeros lugares frente al escenario.
Cerca de las 10 suben el director general de Cultura y Educación de la Provincia, Alberto Sileoni, la subsecretaría de Educación bonaerense, Claudia Bracchi, la intendenta local, Marina Lesci, la directora de la unidad académica, Miriam Boyer y autoridades municipales.
Al momento de su alocución, Sileoni aseveró: “Estamos acá para hacer justicia con la condición humana. Estamos acá porque el que olvida repite. La educación recuerda, los educadores, la educación, la escuela, recuerdan lo que la sociedad quiere olvidar”.
Y agregó: "La escuela deber ser un sitio del conocimiento, del aprendizaje y la enseñanza, y a la vez, un escenario donde trabajar exhaustivamente por la Memoria, la Verdad y la Justicia”.
La emoción subió a su punto máximo cuando llegaron los libros matrices, para reparar los legajos de Monica Tresaco, Ruben Gerenschtein, Alicia Parodi y Maria Silvia Bucci. “No podemos construir una sociedad con tranquilidad y paz, teniendo en libros que hay personas libres por inasistencias, eso es falso. Y es una falsedad transmitida de generación en generación que debemos reparar”, señaló el titular de la cartera educativa.
En su momento de hablar, Clarisa, ex alumna de la institución y hermana de Víctor Galus, uno de los integrantes de la “división perdida”, expresó: “En estos patios aprendimos casi todo lo que importa en la vida, aprendimos a pensar en el otro, a edificar colectivamente, a construir memoria, a trazar un camino de lucha y militancia al que todavía le falta mucho por recorrer, pero ver a tanta juventud tan activa y levantando aquellas banderas, aquellas convicciones que tenían aquellos revolucionarios, emociona muchísimo”.
Por su parte, Silvia Bucci declaró sentirse "cobijada en la reparación" y en la importancia de "ver en esta juventud la llama de la lucha de los que no están".
A su turno, la otra sobreviviente, Alicia Parodi, resaltó la importancia de subsanar los libros. “Es una acción que nos rescata de los escombros de la Historia. Porque nos habían borrado, como si nunca hubiésemos existido”.
“Ver la cara de Clarita -agrega-, de Mónica, de Silvita, de Rubén, de tantos compañeros me hace sentir que no estoy sola. Que nos acompañan, como nos acompañan los 30 mil 400 desaparecides. Y remarco este número porque había 400 compañeres de la comunidad LGTBQ que ni siquiera su familia se atrevió a reclamar”.
Para finalizar, la docente de la Universidad de La Rioja, que vino específicamente para la jornada, contó: “Este acto demuestra que nos doblaron pero no nos quebraron. Y eso es porque nunca se va a caer eso con lo que soñamos, que nuestra Patria Grande sea libre, donde brille un verdadero sol que ilumine a nuestros pueblos, y por eso vamos a seguir adelante con nuestras banderas, y ellos, ellas, elles nos van a seguir acompañando”.
Luego de las palabras y las firmas, llegó el cierre musical, en el que un grupo de estudiantes regaló una versión hermosa de La memoria, de León Gieco. Mientras se escuchaban las estrofas, sobrevivientes y familiares se abrazaban. No se soltaban nunca. Ni por un segundo. En tanto la voz de los chicos pedía una memoria “libre como el viento”.
Con el aplauso final, y ante la consigna de la presidenta del centro de Estudiantes, Helena Palermo, el ahora y siempre retumbó en todo el patio, haciéndose oír en la escuela de Lomas de Zamora, bajo el sol de septiembre, que nunca nos abandonó.