Los nuevos desafíos del Lenguaje en la tarea de Informar

nuevos desafíos del Lenguaje

Por la Lic. Paula Pedelaborde*

Informar es tan antiguo como la humanidad. O casi.
 

La etimología de la palabra Informar tiene origen griego y su significado puede traducirse como “formar mentes”. El prefijo “In” indica “formar mentes” hacia adentro. Podríamos decir que se trata de ¿hacer pensar? O de ¿hacer pensar a partir de un nuevo saber, conocimiento o dato? Tal vez, pero eso es solo una conjetura. La respuesta la pueden tener los expertos en lingüística. 

En “El reino del lenguaje” Tom Wolfe apunta una de las teorías más frecuentes sobre el origen del lenguaje. Dice que el lenguaje puede haber iniciado su camino en la primitiva necesidad de avisar (es decir, de informar) a otro de un inminente peligro. El ejemplo que se usa generalmente es el del león que acecha: “Ahí viene un león ¡cuidado!”. La experiencia del otro completa el circuito; el otro sabe que la presencia de un león en los alrededores es un peligro de muerte. Hay otros ejemplos lejanísimos y también salvajes, pero ese parece contundente a los fines del posible origen del lenguaje y también de su sentido y desarrollo.

Esa primitiva forma de comunicación puede haber sido imitada: al mismo peligro igual grito gutural. A diferente peligro, distinto grito. Las formas guturales, no sin esfuerzo y tiempo, pasaron a ser fonemas y finalmente lenguaje. Puede ser.

Si acordamos que así fueron los inicios del lenguaje, es decir, a través de un mecanismo de avisos preventivos, entonces, de lo primero que la humanidad expresó fueron informaciones. Es por lo menos saludable salir a la vida y saber que no anda un león suelto por los andurriales y que si lo hubiera, alguien, mediante una forma de lenguaje primitivo, podría prevenirnos.

Informar entonces sería una forma de aviso, una manera de formar una imagen en nuestra mente para reaccionar ante la inminencia del peligro. Se trataría de un sistema de sonidos que proyecta imágenes mentales ante las cuales, las personas reaccionan.

Una de las observaciones que suele recibir esta teoría es aquella que empuña como contrafilo la idea de que el lenguaje es una condición natural de las personas y dicen en ese sentido: “Los bebés nacen con un lenguaje y no solo eso, no bien empiezan a hablar usan perfectamente la gramática”. 

Es cierto y la respuesta a esto está en las teorías de Wallace y Darwin acerca de la evolución de las especies. Es decir, que la humanidad evoluciona creando y desarrollando, en su propia anatomía y en su entorno, artilugios de supervivencia. Entre ellos, resumidamente, encontramos el lenguaje.

Entonces, para decirlo correctamente: Informar es una de las primeras funciones del lenguaje. Y si esto es así, si adherimos a esa teoría, podemos conjeturar que el Periodismo, que tiene como misión informar, está también presente en los albores de la humanidad. 

En ese sentido, podríamos agregar que el pasaje entre la Prehistoria y la Historia tiene como clave la aparición de las primeras manifestaciones pictóricas: es decir las huellas que varones y mujeres dejaron marcadas en los muros de las cuevas. La Historia se inicia con esos testimonios. Esa es nuestra opinión, al menos. Es justo señalar que no es la única.

En la web encontramos: “Se considera que la Historia empieza cuando aparece el primer documento escrito que permite conocer el pasado. Esto sucedió en torno al año 3500 a. de C.” (2)

Bien, nosotros acordamos con la idea de que los pictogramas (es decir las pinturas rupestres)  son, a su manera, un “documento escrito” con y en las condiciones de ese momento, pero que sin duda permite conocer el pasado, plasma un antecedente. Alguien pasa por allí y dice “estas manos son de personas no de animales, eso quiere decir que no somos los primeros en este lugar”. Y para la organización de los estudios posteriores, los historiadores dividen los dos períodos a partir de un hecho trascendental: la escritura (3).

Y aquí nos vamos a quedar con una cuestión que tendrá un significado importante en los análisis posteriores del lenguaje, entre los que, claro, se encuentra la palabra Informar y su brazo ejecutor profesional: el Periodismo.

Ingresamos a una zona, solo a una zona, de reflexión acerca de las funciones del lenguaje y de las características de la escritura en particular. 

En ese sentido, no sin razón, alguien podría argüir que las representaciones pictóricas son manifestaciones artísticas antes que testimonios escritos. 

Y es relevante entender estas teorías sobre el origen de la escritura como posible testimonio informativo o como potencial manifestación artística, o como ambas -que a la hora de la consideración como formatos narrativos existieron y existen- ya que de ahí deviene buena parte de la organización del Periodismo. Por ejemplo, la ya remota dualidad entre stories y comments, o entre información y opinión o, luego, entre ficción y no ficción. Quedan afuera otras formas de catalogación, que no son ahora de nuestro interés. Son las que conocemos como géneros literarios. Para conocer un poco más sobre esa cuestión, se puede ver: https://concepto.de/genero-literario/#ixzz8SDasYKcr (4).

Lo cierto es que todas aquellas teorías sobre la tarea de informar han transmutado. Y hay un hecho que resulta un hito en todos estos cambios. Por supuesto, luego de un proceso de transformación tecnológica que no parece que vaya a terminar pronto o nunca. Ese hito se produce el 9 de enero de 2007, cuando Steve Jobs, desde el escenario del Moscone Center, en San Francisco, muestra las funciones del iPhone.

El iPhone y sus posteriores similares, con su comodidad de uso, su practicidad, invadió el mundo. Toda la información (o casi toda) está allí. El iPhone es una forma de totalidad del lenguaje. De esa manera, informarse pasa a ser una decisión personal y hasta, podríamos decir, un gusto, una diversión. Claro que muchas informaciones no son para nada divertidas, pero el iPhone y el Android permiten eliminarlas con un toque de pantalla. ¿Eso nos hace estar más o mejor informados? ¿O, por el contrario nos provoca indiferencia, un mundo de fantasía, incertidumbres sobre la veracidad de la información, entre otras dificultades? La cuestión está en pleno debate. Parece haber más detractores que aliados, incluso del nuevo paso tecnológico, la Inteligencia Artificial, pero el consumo de los celulares inteligentes se intensifica todos los días.

La pregunta que queremos dejar es acerca de cómo la Educación se adaptará a estas nuevas condiciones del lenguaje digital ¿Lo hará adaptándose a las nuevas formas o lo hará adaptando las nuevas formas a la pedagogía? En cualquier caso, la tarea de informar, es decir de formar mentes, es más que un instrumento de la tecnología, es una responsabilidad social. Si no perdemos de vista ese fundamento, si  continuamos trabajando con ese rumbo, podemos ser optimistas. Finalmente, necesitamos el lenguaje para comunicarnos y la Educación es una parte trascendente de la Educación. Debe ser el lenguaje el que domine a la tecnología y no a la inversa. Como testimonio o como arte, la sociedad no puede prescindir del lenguaje y eso es lo que, consideramos, debemos enseñar.

* Es Especialista en Educación y Tecnologías, y Profesora universitaria en las carreras de Comunicación Social de La Plata y de La Pampa.

Notas al pie: 

2. El primer documento escrito conocido en la historia es el Texto de las Escrituras de Sumer, un conjunto de tablillas de arcilla cuneiformes que datan de alrededor de 3500 a.C. y contienen algunos de los primeros registros escritos de la historia.
3. La escritura cuneiforme sumeria y los jeroglíficos egipcios son aceptados como los primeros sistemas escritos completamente constituidos; ambos emergen de sus sistemas de símbolos ancestrales proto-alfabetizados de 3400 a 3200 a. C., con los primeros textos coherentes de alrededor de 2600 a. C.
4. "Género literario". Autor: Equipo editorial, Etecé. De: Argentina. Para: 
Concepto.de. Disponible en: https://concepto.de/genero-literario/ Última edición: 5 de agosto de 2021. Consultado: 19 de febrero de 2024.