En Primera Persona. “El mundo es maravilloso pero podemos hacer una sociedad más amigable”

¿Hola, cómo están? Soy Ian Monche, soy de La Plata, tengo once años. Soy autista y activista neurodivergente, por una razón que para mi es muy importante: Lograr un mundo más amigable.

Ian

En realidad, ya vivimos en un mundo hermoso, lo que tenemos que cambiar es la sociedad. Al mundo no le falta nada, es hermoso tal y como es. Pero si nos pusiéramos en el lugar del otro, si pensáramos en lo que al otro le molesta para no hacerlo, si tuviéramos reglas claras que busquen siempre no hacernos mal, entonces tendríamos un mundo mejor, para todos, no solo para los neurodivergentes, porque todos lo necesitamos.

Pero, ¿cómo comenzó mi activismo? Fue después de una entrevista en la que conté cómo era yo, qué cosas me pasaban y cómo creía que se podría vivir en un mundo mejor. Me di cuenta que lo que decía podía ayudar a otros, entonces le dije a mi mamá que quería ser activista y que había encontrado una pasión pura. 

¿Por qué? porque vi que hablando de estos temas otros se sentían identificados. Familias enteras empezaron a decir que “gracias a Ian pudieron entender cómo es el cerebro de un hijo” o "pueden entender qué le pasa y cómo ayudarlo”, y eso fue hermoso.

 

El profe Ian 

Existen dos tipos de cerebros: Neurotípicos (que yo llamo los cerebros más aburridos), que es cerebro que tiene un desarrollo normal. Y después están  los neurodivergentes que no cumplen un desarrollo normal. Que no solo somos los autistas, también personas con TOC, THA, dislexia, esquizofrenia, síndrome de down. 

La única diferencia entre los neurodivergentes y los neurotípicos es que tienen un sistema operativo distinto. Es como si fueran dos celulares diferentes, pero que pueden hacer las mismas cosas. Cada uno sacará fotos distintas, diferentes formas, pero los dos llegan a los mismos objetivos por caminos distintos.

Creo que además de hablar de estos temas hay que hacer cosas desde la política.  Por eso para mi es importante hablar más allá de cualquier partido para generar leyes, o proyectos. 

Las personas neurodivergentes tenemos gustos, pasiones, intereses específicos y que se pueden usar para aprender otra cosa. Digo, si a un chico le gustan mucho los dinosaurios, ¿por qué no aprender matemáticas con los dinosaurios?. De esa manera se centran en los intereses y no en las debilidades. 

Algo que nos gustaría es bajar los estímulos en la calle, que a muchos de nosotros nos puede traer una crisis. Hay provincias en Argentina que tienen ciudades silenciosas, donde no se puede hacer ruido que dañe al otro. Si supiéramos que un ruido puede poner triste a una persona, ¿por qué lo haríamos?

Otro tema son los pictogramas, que son imágenes, dibujos y símbolos que nos ayudan a aprender, comprender, anticipar; que ayudan no solo a personas autistas y neurodivergentes, sino a extranjeros, personas mayores o con discapacidad intelectual.

Por ejemplo, hace poco fui con mi familia  a una heladería. Y cuando tenía que ir al baño no sabía a cual ir, porque había una imagen de helado rosa para las chicas y de helado azul para los chicos. Si el niño se identifica con el helado rosa entraba al incorrecto. Yo me mareé porque pensé: ¿este baño es para los que les gusta la frutilla y este otro para los que les gusta la crema del cielo? Y no es así, por eso los pictogramas tienen que ser claros y concisos.

Pero más que leyes, pictogramas y dinosaurios, en realidad, solo necesitamos un mundo más empático y con más amor. Y todo se daría de forma natural, no hace falta mucha información para un mundo más amigable, solo empatía.

Hace poco hice una canción con otro cantante autista, Facu Rodríguez, que se llama “Visible a lo esencial” y creo que lo más importante que dice es que “si la oruga es mariposa, tiene esa diversidad, cambiará en su condición pero no en su dignidad”.