Revolución Dibu: el arquero que se convirtió en bandera
Emiliano Martínez, en menos de dos años, pasó de ser un futbolista ignoto a una estrella mundial. El análisis de un suceso sorpresivo: lo que dicen los libros recién publicados, el reconocimiento del Goyco y el amor de la infancia argentina hacia este nuevo héroe nacional.
Lo que generó el marplatense Emiliano Martínez se volvió un fenómeno llamativo. Un año y medio le alcanzó para ganarse el corazón de los futboleros argentinos. Su idolatría escaló y hoy parece ser el máximo referente terrenal de la Selección (Lionel Messi no entra en este grupo, por supuesto). Para mencionarlo no hacen falta ni su nombre ni su apellido; basta con decir “el Dibu”, así, a secas.
Quizás la razón de su popularidad no sea una, sino un combo de causas. Rendimiento, personalidad, carisma, singularidad y éxito emergen como los posibles motivos. En otras palabras: el nivel superlativo que exhibió en la Argentina; el carácter que demostró; la cercanía y el vínculo con la gente; su lejanía con los estándares del fútbol; la efectividad con el seleccionado mayor (tres torneos disputados, tres ganados).
Algunos de los libros que se publicaron en los últimos meses, gracias a lo sucedido en el Mundial de Qatar, explican por qué Dibu Martínez se transformó en uno de los jugadores más queridos de la Selección. “Lo logró con una personalidad avasallante, un estilo histriónico y varios gestos polémicos. Pero también con una enorme capacidad para atajar. Un cóctel explosivo, contundente, demasiado intenso como para pasar inadvertido”, se afirma en La Scaloneta, una obra realizada por un equipo de periodistas y producida por Libro Fútbol. “Es un arquero que se destaca en el juego y a la vez es un especialista en tapar penales”, dice en otro fragmento.
Alejandro Wall y Gastón Edul, en el libro La Tercera, describen a la perfección una jugada que para el Dibu representa la inmortalidad. Sí, la última del partido contra Francia. Esa que no nos cansamos de ver: “Kolo Muani, que había entrado en el primer tiempo del partido, revienta la pelota contra Dibu Martínez, que de pronto mide diez metros, que de pronto se hace más grande de lo que parece. […] Dibu Martínez pone todo su cuerpo, abre sus brazos, se convierte en un pavo real en defensa de su territorio”.
Pablo Vignone, en Messi campeón, menciona un aspecto fundamental. El periodista asegura que Martínez tuvo una pobre actuación en el primer encuentro de la Copa del Mundo y enseguida asegura: “Luego recurrió a su psicólogo y cambió rotundamente”. Esta cuestión resulta clave. El Dibu cuenta abiertamente que hace terapia. Se muestra imperfecto. Vulnerable.
“Nuestro superhéroe lunfardo es, por momentos, un ser extraordinario de salvatajes brutales y, en otros, uno de nosotros que llegó”, señala Santiago Núñez en el libro Ilusión eterna, del colectivo Lástima a nadie, maestro.
Otra forma de dimensionar la importancia de este futbolista –que a esta altura es mucho más que un futbolista– es detenerse en las declaraciones de Sergio Goycochea, su antecesor en esto de atajar y ser ídolo absoluto de la Selección. Si bien lo elogió varias veces y a través de diferentes medios, hay una publicación de Goyco en redes sociales que grafica lo que piensa y siente. Primero lo califica como “el mejor arquero del mundo” y después le habla directamente a él: “Sos un fenómeno Dibu, sabés todo lo que te admiro. Eternas gracias por dejar el alma por la Argentina y por cada una de tus enormes atajadas en este hermoso camino hacia la gloria absoluta”. Goycochea, el de Italia 90, el de aquella camiseta eterna de triangulitos de colores, no vacila en reconocer su idolatría. De hecho, en la foto que acompaña al posteo se muestra sonriente junto al campeón del mundo. Feliz como si fuese un chico.
Los nenes y las nenas, justamente, son su principal club de fans. Para la actual infancia argentina, antes que Flash o el Hombre de Hierro, el superhéroe rojo N° 1 es el Dibu contra Países Bajos. Y el verde es Emiliano Martínez ante Francia; Hulk y Linterna Verde luchan por el segundo puesto.
“Quiero atajar como el Dibu y me encanta cómo baila. Es mi favorito”, sentencia Manuel (6 años), de 25 de Mayo. Jazmín (8), de La Plata, tampoco duda: “Me gusta mucho porque juega en Argentina, ataja bien penales y es gracioso”.
Y hay más. Claro que hay más. Los testimonios de admiración se repiten. “Lo conocí en el Mundial y desde ahí se volvió mi ídolo. Tengo su conjunto de la Selección y me encantaría que me salude porque lo amo”, expresa Benicio (5), de Lomas de Zamora. Francisco (9), de Carlos Casares, también lo tiene bien arriba: “Me gusta su personalidad y lo admiro mucho porque es un genio. Me emociona verlo y ojalá que de grande pueda ser como él”.
El Dibu se tornó un fenómeno tan peculiar como cierto. Lo explican los libros, lo pondera Goycochea y lo confirma su enorme-mini club de fans. Emiliano Martínez, el arquero que generó una revolución y se convirtió en bandera.