Una particular forma de enseñar y de aprender, bajo la inspiración del cielo abierto
Acercándose al arte, a la literatura, a la matemática y al deporte de una forma lúdica, niñas y niños desde los 3 años y adolescentes en edad escolar de toda la provincia de Buenos Aires participaron de una nueva edición del tradicional programa “Escuelas Abiertas en Verano”.
En el este y el oeste, en el norte y en el sur del territorio bonaerense, en 1.880 sedes, unos 200 mil estudiantes compartieron un mes de recreación a través de juegos y actividades vinculadas con lectoescritura, química, filosofía, portugués, educación física, artesanías, pintura, tejido y reciclado. También talleres de teatro, danzas, canotaje, natación y tirolesa, entre otras.
Estos espacios cobran vital importancia en términos de la continuidad de las trayectorias educativas y permite que las y los chicos estén más tiempo en la escuela.
Además, este año las chicas y los chicos pudieron disfrutar a pleno la presencialidad y la integración (ya sin la pandemia acechando), circunstancias esperadas y bienvenidas, que colaboraron a profundizar la amistad regional, más allá de la socialización cotidiana en las aulas, que se da durante el ciclo lectivo.
En ese sentido, durante este receso estival, el Programa puso nuevamente en valor a la educación pública, ya que quienes participaron de la propuesta se divirtieron, aprendieron y sostuvieron interesantes debates en torno a la inclusión y la concientización de la problemática ambiental, entre otros asuntos de interés para las comunidades.
Este año “Escuelas Abiertas en Verano” incluyó también, en una dinámica específica, a quienes se encuentran privadas y privados de su libertad en los Centros Cerrados de Detención, Centros de Recepción y Centros de Contención y en los establecimientos penitenciarios bonaerenses y federales, donde funcionan instituciones educativas de los niveles primario y secundario.
Las Escuelas Abiertas en Verano que se desarrollaron en Contexto de Encierro contaron con la participación de más de 17 mil estudiantes y 500 docentes y tuvieron lugar en 100 unidades del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).
Tanto en la profundidad del Conurbano bonaerense como en zonas rurales, con realidades distintas, la tarea de las y los docentes y auxiliares fue clave para encontrar por medio del Programa los mecanismos y las herramientas para construir las condiciones de aprendizaje.
La articulación con otras instituciones y estamentos del Estado permitió utilizar piletas para las chicas y los chicos que no tienen acceso a un club o unas vacaciones en el mar. Estas sinergias posibilitaron también que se invirtiera, por primera vez, en la adquisición y la distribución de material deportivo de calidad.
Un gran proyecto que convoca a chicas y chicos que están escolarizados pero también invita a las y a los que no lo están, para que se reencuentren con sus docentes, con sus compañeras y compañeros y para que sigan conectándose con la escuela.
Así, todas y todos están en la escuela, también en verano, cuando desde esas aulas abiertas se huele el mar y se ven las montañas, cuando una letra o un número, un agudo dibujo o la colorida pintura se convierten en conocimiento. Así, también, se aprende.