Disfrutar un Mundial desde adentro: la experiencia de Camino y Gugnali

Los ayudantes de Sabella cuentan lo que vivieron en 2014: enseñanzas, sensaciones, recuerdos y todo lo que les llamó la atención de una Copa del Mundo. “Es un evento que paraliza el planeta y nosotros estuvimos ahí”, afirman los entrenadores.

Messi con Julián Camino y Claudio Gugnali

Julián Camino escucha el himno argentino y, de repente, siente que su cuerpo ya no está en su cuerpo. Claudio Gugnali observa un colectivo que llega al hotel, mira la hora y otra vez se sorprende por la exactitud de una organización que está cronometrada al extremo. Dos escenas, apenas, de las tantas que disfrutaron en Brasil los ayudantes de campo de Alejandro Sabella. Pasaron ocho años, los recuerdos permanecen intactos.

“Es un torneo que genera una expectativa tremenda y que moviliza a gente de todas las edades. Nosotros llegamos a la final, un lugar al que todos sueñan, y eso me lo guardo para toda la vida”, le dice Julián a Microscopía y agrega: “Vivir una Copa del Mundo es una experiencia que me marcó y que nunca voy a olvidar”.

Claudio, por su parte, destaca la magnitud del evento. “Es increíble la cantidad de culturas, de costumbres y de idiomas que uno encuentra. La verdad es que se trata de una experiencia enorme, única y para toda la vida. Además de deportivo es un acontecimiento cultural y pienso que haberlo vivido me hizo crecer como persona”. Hace una pausa, bucea en la memoria y continúa: “Nosotros estábamos acostumbrados a disputar partidos internacionales, pero en Brasil me di cuenta que el Mundial es otra cosa. Supera todo. La organización tuvo una exactitud asombrosa: todo calculado con precisión y sin pasarse un minuto”.

Camino y Gugnali no sólo vivieron una Copa del Mundo. La vivieron hasta el último día: siete partidos, un mes de competencia y un sinfín de vivencias.

“Es un evento enorme y extraordinario, pero estaba tan concentrado en que las cosas salieran bien que en el momento no sé si tomé dimensión. Después me di cuenta en los estadios que habíamos estado, lo que eran los hoteles y las figuras a las que enfrentamos”, expresa Julián.

“Haber estado hasta el último día de un torneo tan importante fue un placer. Antes de cada instancia decisiva nosotros preparábamos las valijas, porque si quedábamos eliminados nos teníamos que volver, y al final pudimos disfrutar del Mundial hasta el cierre. Es muy difícil poder llegar hasta el partido decisivo y nosotros lo conseguimos, más allá de que no lo pudimos ganar”, aporta Claudio.

Además de la Copa del Mundo, los entrenadores disfrutaron durante más de un mes de un director técnico distinto como lo fue Sabella. Un DT minucioso, que nunca dejó de ser un tipo sencillo.

“Trabajar al lado de Alejandro fue un privilegio porque era una persona que no sólo sabía de fútbol, sino que también sabía de la vida. Un tipo muy trabajador y muy sobrio”, coinciden quienes completaban un trío táctico que quedó en la historia del seleccionado argentino.

Ante el desafío de describir un Mundial en una oración, ninguno duda. Cada uno larga su definición enseguida. Como si la tuviesen incorporada. “Es lo máximo que puede vivir una persona futbolera”, asegura Julián Camino. “Es un evento que paraliza el planeta”, afirma Claudio Gugnali.

Messi con Julián Camino y Claudio Gugnali

La responsabilidad de representar al país

Los ayudantes de campo de Sabella concuerdan en muchos conceptos. Uno de ellos es el compromiso que genera dejar bien parada a la bandera nacional y no sólo en el aspecto futbolístico.

“Ante semejante suceso, tratamos de manejarnos con respeto: por el lugar, por la gente, por los rivales. Creíamos que, más allá de lo deportivo, era la manera correcta de representar a la Argentina. Pienso que dimos el ejemplo, tanto en el éxito como en la derrota y eso no es tan sencillo”, confiesa Claudio.

“Esa responsabilidad que teníamos provocó que, en lo personal, viviera el Mundial entre el disfrute y la tensión. La pasé muy bien, pero lo viví con mucha seriedad”, admite Julián.

Más allá de los modos de manejarse, que fueron impecables, el seleccionado argentino redondeó una Copa del Mundo casi perfecta. Llegó al encuentro definitorio y mereció ganarlo.

“Llegar a una final de un Mundial es algo que pocos viven y nosotros tuvimos el enorme privilegio de protagonizar una”, manifiesta Julián.

La gente reconoció el desempeño. Lejos de darle la espalda al equipo, lo premió con un recibimiento extraordinario.

“Cuando volvimos tomamos dimensión de lo que habíamos conseguido: no podíamos llegar al predio de Ezeiza por la cantidad de gente que había. Eso nos dejó tranquilos y nos hizo sentir que habíamos sido unos dignos representantes del fútbol argentino. La selección de Sabella, más allá de ganar o perder, siempre dio todo y pienso que gracias a eso es tan recordada”, reflexionó Claudio.

Dos entrenadores y una experiencia única: la de vivir una Copa del Mundo desde adentro.