María Castillo de Lima, la cantante de ópera trans formada en el conservatorio de La Plata

Es una de las artistas más importantes de la escena nacional, no solo por ser la primera cantante trans en pasar de tenor a soprano del teatro Colón, sino por la amplitud y profundidad de su arte. En charla con Microscopía cuenta cómo la educación pública le permitió soñar con la música y, de ese modo, romper “esquemas añejos de opresión”.

María Castillo Lima

“Nada podría haberse logrado sin la educación pública y mis años en el conservatorio Gilardo Gilardi de La Plata. Recuerdo que una clase de piano costaba 10 pesos (10 dólares de ahora). Yo era hija de un trabajador de la construcción y una mamá que limpiaba casas. Imaginate que era esa clase o comer para mí y mis hermanos. El conservatorio era la única forma de soñar con la música para una hija de laburantes”. La dueña de esta definición es María Castillo de Lima, quien no solo es una de las voces más importantes del teatro Colón, sino que es la primera cantante trans que logró el cambio de registro vocal de tenor a soprano.

Un presente construido

María viene de girar por Europa y de presentar todo el año Kassandra, su ópera en el máximo  escenario argentino, en la cual se anima hasta rapear. A sus 39 años es una de las voces líricas más importantes del país, tanto que en 2022 fue elegida para entonar el himno en el aniversario de la Recuperación Democrática, junto a referentes de varios géneros musicales.

María recibe este presente con un activismo grande de dos causas: la igualdad y la defensa de la educación pública. “Hay mucha gente que está contenta con la desigualdad. Con apartar al distinto. Yo creo en el arte que transforma. Con el arte que incomoda y trata de mostrarnos a cada uno en nuestras diferencias para crecer en lo colectivo”, reflexiona.

Y agrega: “Sé que muchos creen que la música clásica es para pocos, pero como toda expresión artística siempre fue y debe ser del pueblo. Por eso, cuando las políticas culturales acercan el arte lírico se ve cómo la gente lo agradece y se engancha.  Yo canté en barrios populares de La Plata y vi cómo niñas y niños se interesaban. El pueblo está ávido de belleza musical y de que se lo incluya  aun en lo que pareciera para pocos”.

Su historia 

Nació en Brasil, pero vive en La Plata desde muy chica. Es la primogénita de tres hermanos de una familia de clase trabajadora de las afueras de la capital provincial. Recuerda cantar desde los dos años y, a pesar de que nadie se dedicaba al arte en su entorno, creció  en una familia donde la música del litoral argentino siempre matizaba las sobremesas.  

“En mi casa se respiraba música, aunque no había nadie que se dedicara a eso. En las reuniones familiares aparecía siempre una guitarra o un acordeón para hacer chamanes, que mi mamá o mis tíos cantaban maravillosamente”, recuerda con añoranza.

A los 9 años comenzó a estudiar de forma autodidacta. Otra vez gracias a lo público: “Iba a buscar a la biblioteca popular de José Hernández, un libro antiguo de música. Ese libro fue mi inicio y fue la base que me sirvió para adelantar un año cuando entré al conservatorio a los 16”.

Entró en el Gilardi cuando era apenas una adolescente. “En mi casa los volví locos a todos”, revela. “Recuerdo que eran largas colas, donde a veces tenías que pasar toda la noche, pero yo sabía bien lo que quería”, asegura.

A los 22 entró en el teatro Argentino de La Plata, “donde aprendí, a cada paso, en uno do los más importantes escenarios del país”. Pero su llegada al teatro emblema nacional fue  en 2010,  cuando todavía era el Tenor Felipe. Primero como refuerzo tras ganar un concurso lírico en Mendoza, y desde el 2013 ganó su lugar estable cuando concursó con su anterior registro (hoy tiene los dos).

En su carrera que lleva más de 15 años tiene compuestas tres óperas y llevó su arte a los mejores escenarios del mundo, pero nunca olvidó la importancia que tuvo la educación del conservatorio en su crecimiento. Tanto que hoy vuelve al Gilardi, pero como docente: “Es mi forma de devolverles todo lo que hicieron por mí”.

María Castillo Lima

La transición y las “mentes añejas”

Cuando se le pregunta por su transición no solo artística sino personal hace eje en “su trabajo constante y sus ganas de ser quien soñaba ser”. Sabe que fue criticada y muchas personas no creían en ella. “Cuando empecé a cantar y cambié la cuerda de tenor a soprano, mucha gente decía que no lo iba a poder sostener en el tiempo y resulta que la voz cada vez me permite hacer más y mejor”.

Sabe que hoy representa a muchas y muchos que van en camino a la transformación. Y dice que “sus ganas de incomodar a las mentes añejas también tiene que ver con hacer más cómodo el camino a otros”.

Según María, “dejar atrás a Felipe, para presentar a María y seguir siempre sobre un escenario como el Colón fue una lucha muy grande. Fue algo muy complejo desde todo punto de vista. No solo desde lo artístico, sino dentro de una espacio tan patriarcal y tradicionalista como lo es el ambiente lírico argentino”.

Y agrega: “A veces conservan algunas maneras de pensar y de actuar que ya son bastante arcaicas; entonces, que surja una personalidad como la mía que se sostenga en el tiempo a partir del estudio y del trabajo, no es fácil”.